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PREGUNTAS PARA UN PAÍS | Diálogos necesarios sobre un horizonte en común

Vivimos un tiempo cansado, escéptico y envilecido. Una etapa dominada por la incertidumbre y las crisis superpuestas en múltiples planos de la vida social. El carácter inédito, imprevisible y quizás irreversible de las transformaciones en curso, nos habla de una bisagra histórica, un cambio de época, que -a su vez- pone en evidencia el agotamiento de nuestro repertorio de ideas para pensar lo que sucede. Necesitamos nuevas preguntas, ampliar la mirada, una renovación conceptual que abone nuevas formas de acción política.

Un vertiginoso desarrollo tecnológico está produciendo transformaciones radicales en la economía, en la división internacional del trabajo, en el propio mundo del trabajo, y en los dispositivos que producen discursos y sujetos sociales. La multiplicación de la desigualdad a escalas intolerables, las crisis ambiental, sanitaria y energética; las barreras materiales y naturales insuperables para el “desarrollo” tal como lo hemos conocido hasta aquí, y las guerras desatadas entre potencias en disputa por la reconfiguración de la hegemonía mundial, resumen buena parte de la escena que nos toca.

A su vez, la frustración y el creciente malestar de las grandes mayorías que no encuentran respuestas satisfactorias a sus necesidades y aspiraciones, propicia el crecimiento en representación -y en audacia- de las nuevas derechas, poniendo en riesgo los pilares básicos de la democracia. Nuestro país no es ajeno a esta dinámica.

Simultáneamente, irrumpen o se consolidan colectivos y organizaciones que impulsan iniciativas orientadas por las ideas del “buen vivir”. Los feminismos, los ambientalismos / ecologismos, y las organizaciones de la economía popular, entre otras, han logrado poner en agenda un conjunto de temas, perspectivas y políticas impensables pocos años atrás.

En esta transición histórica el horizonte está en disputa. La celeridad de los cambios y las demandas -a menudo desesperantes- de lo urgente, retienen nuestra atención y energía en asuntos de corto plazo. Necesitamos ampliar la perspectiva, agudizar la mirada e intentar  aproximarnos a la naturaleza de estos procesos con nuevos ojos, para vislumbrar qué futuros posibles se abren allí para nuestro país, y resituar -en esa clave- la tarea política. 

Se trata, en suma, de adentrarnos en un debate informado, franco y audaz en torno a los asuntos que vertebran -hoy- distintos proyectos de país; de propiciar diálogos necesarios sobre un horizonte en común. Sin dudas, una tarea colectiva, un desafío que nos excede y nos necesita. Esa necesidad nos anima a organizar estos encuentros.
Las y los esperamos.

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