Hoy se cumplen 51 años del Cordobazo, y este aniversario nos encuentra en un escenario crítico que requiere la máxima presencia del Estado para garantizar el cuidado de la población. Sin embargo, en Córdoba los gobiernos intentan sacar ventaja de la situación de excepcionalidad, cargando sobre los trabajadores las consecuencias de la crisis y rompiendo los más elementales acuerdos sociales.
En la respuesta de los intereses económicos concentrados y de los gobiernos de Córdoba a la pandemia -una reforma jubilatoria express, la reducción de salarios a trabajadores esenciales o la suspensión de garantías laborales básicas-, se condensan las injusticias de la explotación y de la arbitrariedad del poder que antaño hicieron estallar Córdoba. Que la implementación de estas medidas sea nada menos que en la excepción -en el contexto de prohibición del uso de la calle y el riesgo inminente de un contagio masivo-, supone también una lectura de los escollos insalvables que para estos gobiernos implica la organización colectiva de las y los trabajadores.
Los días por venir suponen desafíos enormes para quienes apostamos a que las voluntades colectivas pongan freno a la mezquindad, la usura y el sálvese quien pueda. Por eso este aniversario del Cordobazo no puede ser solo una evocación romántica de las luchas históricas; más bien, urge reconstruir las formas organizativas para poder enfrentar la crisis sanitaria y las políticas con las que los gobiernos locales pretenden garantizar la riqueza de los que más tienen a costa del sufrimiento de las y los trabajadores.
Hoy queremos enviar nuestro abrazo fraterno y solidaridad a todas y todos los trabajadores que están pasando por momentos difíciles y a las organizaciones gremiales que resisten este ataque contra nuestros derechos.